domingo, 9 de marzo de 2014

Crítica: 300: Rise of an Empire

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Roma no se construyó en un día, pero quizás esta secuela sí. Increíblemente filmada y pobremente escrita, 300: Rise of an Empire tiene todo el estilo visual de su predecesora de Zack Snyder. En ella, Eva Green comanda una flota naval y desnuda su ombligo por igual. Interpretando a Artemisia, una huérfana griega adoptada por el conquistador persa Darío (Igal Naor), y por lo tanto la hermanastra de su hijo psicópata Jerjes (Rodrigo Santoro), Green está en el lado equivocado de una brutal campaña que se libra contra sus compatriotas por un Jerjes ahora adulto. Ella es ostensiblemente la villana de la película y un montón de griegos mueren por su mano ágil.

Definitivamente es mucho más atractiva que nuestro héroe, el barbudo griego Temístocles, interpretado por el joven actor australiano Sullivan Stapleton. En la original película de 300, Gerard Butler interpreta a una figura regia como el líder espartano Leónidas, pero Stapleton no acaba de tener suficiente presencia bruta para poder comparársele. De hecho, los fans de 300 pueden sentarse esperando un cameo de Butler teniendo en cuenta que la historia se lleva a cabo en su mayoría al mismo tiempo que los acontecimientos de la primera película. Está siendo comercializada como una secuela, pero Rise of an Empire se describe más exactamente como una extensión del universo de 300, como si fuera un contenido descargable de un videojuego. 

Y ya que tocamos el tema de los videojuegos, Noam Murro, quien asume el control de la silla del director en lugar de Zack Snyder, utiliza un esquema visual similar al de los videojuegos, con todas las tomas siendo digitalmente asistidas, con rebosantes campos de batalla y sangre que sale a borbotones de las arterias carótidas. Esta estética era algo único cuando la 300 original salió en 2006, pero siete años después, ya no es una novedad significativa. Al menos una secuencia a gran escala, abordo de un barco de madera en llamas y culminando con una visión surrealista de las serpientes de mar devorando a las víctimas, tiene una cierta grandeza, pero Murro no tiene el talento de Snyder, ya sea para la violencia o la velocidad.

Los críticos que llamaron a 300 una subyacente alegoría política encontrarán más de lo mismo aquí y los que se rieron del homoerotismo de la película original volverán a ver torsos de guerreros bien aceitados expresando discursos acerca de la fraternidad y el honor. Al mismo tiempo, Murro hace lo mejor para jugar con la dinámica lujuriosa entre Artemisia y Temístocles, cuyo mutuo respeto a las tácticas militares del otro ocultan una atracción palpable. Por arrojárse de cabeza en escenas por las que una actriz más cautelosa podría excusarse, Green se gana a sí misma una gran mención por su valor en una película que es demasiado sombría y gris para su propio bien. 


1 comentario:

  1. ¡Vale la pena! Pues definitivamente como todos los filmes, esta película tiene puntos buenos y malos. Me fascinó su apuesta visual, sus barrocos planos, sus estudiadas composiciones a cámara lenta y esa sorprendente falta de camisetas y ropa en general de sus musculosos protagonistas y los que entrecerrando los ojos se centran en el mensaje que ofrece, que tildan de fascista. Por lo tanto, "300" tiene un mérito innegable; es la única película que ha conseguido que la gente aplique el adjetivo fascista donde corresponde, al menos en tanto a lo que de militarista, homofóbica, racista y eugenética tiene. Por cierto Eva Green hace una escena erótica épica. ¡Buenísima!

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