martes, 26 de noviembre de 2013

Crítica: Prisoners

¿Qué tan lejos irías para proteger a tus seres queridos? ¿Qué límites estás dispuesto a cruzar? Éstas son las preguntas planteadas en el quinto largometraje del director Denis Villeneuve, un examen melancólico, visceral y emocional del trauma, la pérdida, el pecado y la liberación. En una noche fría y húmeda de Acción de Gracias en las afueras de Pennsylvania, Keller Dover (Hugh Jackman), un padre amoroso, cazador y siempre preparado para la supervivencia, y su esposa (Maria Bello), se reúnen con los Birches (Viola Davis, Terrence Howard) para su cena anual de pavo. Risas y buenos momentos tienen lugar, pero en un abrir y cerrar de ojos, su velada se torna muy mal.

De repente, las hijas de ambas parejas, que sólo salieron a jugar a la casa de al lado, se han perdido y los miembros de las familias no las encuentran por ningún lado. A medida que sacuden el barrio, la preocupación crece y se torna en alarma; tiemblan en pánico y luego estallan en un punto crítico de terror y desesperación. Sin embargo, hay una pequeña pista, una casa rodante que fue vista cerca de la escena del secuestro ha sido encontrada cerca de una gasolinera. Un policía solitario y singularmente determinado, el detective Loki (Jake Gyllenhaal) llega ahí, donde encuentra a un sospechoso lleno de pánico que intenta, sin éxito, huir. El sospechoso es Alex Frost (Paul Dano), un discapacitado mental que jura no saber nada del crimen.

Liberado 48 horas después para volver a los brazos de su tía (Melissa Leo) debido a la falta de evidencia, la impaciencia, miedo y frustración de Dover comienza a chocar con la incapacidad de las autoridades de acusar al joven. Su creciente preocupación por la vida de su hija al saber que mientras más espere, menos oportunidades hay de verla viva, hace que se torne en un giro violento, convirtiéndolo en una máquina de tortura moralmente inquietante y brutal. Lejos de tratar de ser la película del año, Prisoners es oscura en casi cada fotograma y muestra la peor pesadilla de cada padre con una excelente mezcla de suspenso, terror e intriga. Observar la carga emocional del secuestro sobre las familias, la policía y la comunidad es particularmente brutal y conmovedor.

Contando ya con una nominación al Óscar por Incendies y una serie de películas independientes, Villeneuve sigue demostrando su profunda confianza en el cine moderno al brindar inteligencia a un drama sombrío y extremadamente tenso que no se digna a revelar todo; de hecho, el final es probablemente uno de los más audaces que hayamos visto en mucho tiempo, ya que incluso parece enredar más las cosas. Su precisión y control sobre el tono y estado de ánimo es impecable. Villeneuve sabe dónde colocar la cámara para lograr el mejor efecto y cuando ésta elige moverse a menudo produce escalofríos.

Por su parte, Jackman ruge con furia e intensidad al más puro estilo de Wolverine cuando cae por la frustración ante la ineficacia de la policía que trabaja en el caso de su hija. Prisoners es emocionalmente agotadora mientras la familia, los detectives y todos los involucrados pasan a través del filtro, pero es un viaje incontenible y convincente. A pesar de que Jackman es más que genuino a medida que, como padre, llega a los confines de su correa desgastada para encontrar a su hija, es Gyllenhaal en su papel del detective infatigable, quien se encarga del corazón de la película con una tenacidad apasionada pero controlada que nunca pide ser aplaudida como heroica.

Escrita por Aaron Guzikowski, su guión es equiparable al de Black List en el 2009 y es fácil ver por qué. Pero mientras es tensa y fascinante a la vez, uno de los problemas de menor importancia de la película es que tiene mucho camino por cubrir. Para su primera hora y media, Prisoners es de primera categoría, pero la credulidad se tensa ligeramente cuando los giros del laberinto del tercer acto se vuelven un poco complicados, aunque un final conmovedor y de infarto, más la intensidad del material, hace que salga triunfante a fin de cuentas.

Durante dos horas y media, Prisoners es agotadora y también un poco flácida al final, pero hay que darle crédito a Villeneuve por saber cuándo hay que relajarse y cuándo hay que apretar a lo largo del camino. A pesar de que algunos conceptos del crimen del segundo acto deterioran parte del ímpetu de la película, también son cruciales para las capas de este complejo thriller. Si bien es presumiblemente una película sobre los límites de un hombre para proteger a su familia, el drama en realidad termina pasando la batuta a la perfección al detective decidido que jura resolver el caso y llevar a las niñas de regreso a sus casas con vida.

Con un excelente elenco, cada actor trae su mejor jugada, pero Bello como la madre destruida y Davis como la mujer más respetada en una gran familia que pone su fe en Dover, son especialmente fuertes. Prisoners es difícil y cuenta con un tema desgarrador y es interesante ver cómo el público responde. La película es a menudo muy gráfica y perturbadora, pero su carácter inquebrantable le da un elemento memorable que no se olvidará pronto. Puede no ser la película para el espectador casual, pero es este tipo de cine y su narrativa que hace que mucha gente siga acudiendo a las salas año con año.

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martes, 19 de noviembre de 2013

Crítica: Carrie

La última vez que vimos a Carrie White fue en un baño de sangre en la película de 1976 de Brian De Palma para después desaparecer por largo tiempo de la farándula. La adolescente atormentada de Stephen King demostró ser un alma inquieta y regresó en una película para la televisión en el 2002 y en 1988 con un musical de Broadway de corta duración, el cual fue revivido de nueva cuenta en el 2012.

Ahora Carrie está de vuelta en un buen y fiel remake dirigido por Kimberly Peirce y con Chloë Grace Moretz tomando el papel de la protagonista como diosa del gore. Es difícil mantener una franquicia bastante loca, especialmente una que se pueda adaptar a los temores de hoy en día. A diferencia de la película original, la adaptación de Peirce comienza con una desagradable escena con la madre de Carrie, Margaret (Julianne Moore) gritando por ayuda en una cama llena de sangre.

Hay una gran cruz por encima de la cama y algunas velas encendidas alrededor añaden un buen toque gótico a lo que rápidamente se convierte en una escena muy extraña en la que Margaret, a base de gritos escalofriantes, da a luz a una bebé. Después de ver a la niña acurrucada entre sus piernas, saca un par de tijeras de gran tamaño y parece que le quitará la vida, pero algo la detiene (¿intervención divina?) y en su lugar la abraza. Después nos enteramos que esta bebé es Carrie, una niña que Margaret tendrá que proteger hasta que la muerte las separe. 

Y es que la madre, como la escena inicial sugiere, es una fanática religiosa de ambigua denominación que tiene el hábito desagradable de dañar su propio cuerpo con objetos afilados y pocos sutiles. Temerosa del mundo actual, ella mantiene a Carrie a raya y con ropa modesta. Como aparente prisionera de la locura de su madre, la niña no encuentra refugio en su escuela, donde las demás chicas se burlan de ella, incluso en la ducha, donde, después de que ella tiene su periodo por primera vez, recibe una lluvia de tampones y cánticos provenientes principalmente de sus compañeras Chris (Portia Doubleday) y Sue (Gabriella Wilde).

Kimberly Peirce ha dicho que su remake narra el origen de un nuevo superhéroe y de hecho, hay momentos en la nueva película que se sienten un poco como la siguiente entrega de X-Men, sobretodo cuando Carrie descubre que tiene un poder especial y aprende a usarlo, hay una escena en particular que demuestra este hecho cuando vemos flotando en todo su cuarto los libros de telequinesis que tomó prestados de la biblioteca.

La historia también se fortalece con el paso del tiempo. La Carrie original se puede ver como una alegoría universal de la adolescencia. ¿Quién no se ha sentido como un bicho raro en la escuela secundaria o ha fantaseado insolentándose después de ser herido o rechazado? Pero los acontecimientos más recientes, como la masacre de Columbine, han añadido resonancia al material original.

Peirce aprovecha al máximo este espíritu de la época al actualizar la historia para la era de Facebook y YouTube con la ayuda de los guionistas Lawrence D. Cohen, quien escribió la adaptación original de Carrie, y Roberto Aguirre-Sacasa, quizás mejor conocido como al que contrataron para arreglar el musical de Broadway llamado Spider-Man: Turn Off the Dark después de que Julie Taymor fuera despedida. Al principio de la película, en la escena famosa de la ducha, una compañera de clase inmediatamente saca su teléfono celular para grabar un video del suceso y ponerlo después en línea. 

Hasta esa épica perturbación, Carrie sostiene el interés como un drama psicológico y paranormal con una resaca de melancolía que a veces se inclina hacia un verdadero rasgo conmovedor. La película nunca sacude la sensación de haber sido construida a partir de un modelo muy usado, pero eso no importa gracias a Peirce, quien tan poderosamente evocó el mundo interior de otro individuo torturado e incomprendido en la película de 1999 llamada Boys Don’t Cry y quien aquí ofrece un giro fresco e inteligente en ciertos aspectos de un gran cuento familiar.

¿Es Carrie una enorme mejora sobre la película original? No. La cinta de De Palma es un clásico y su tema de la intimidada convirtiéndose en la intimidadora aún resuena. Pero la nueva película, que incluye algunas de las mismas líneas de la original, además de un baño de sangre aún mayor al final, funciona para una nueva audiencia. Eso sí, algo que extrañamos bastante fue la fantástica música creada por Pino Donaggio en la versión original, pero es algo que podemos pasar por alto. 


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martes, 12 de noviembre de 2013

Crítica: The Purge


Es raro que las películas de terror en estos días disfruten de grandes ideas. En su lugar, por lo general son una fórmula simple, basada en un marco conceptual rudimentario, con cámaras que capturan la actividad sobrenatural o con un loco que inventa trampas ingeniosas de tortura. Una de las cosas que hace a The Purge (una nueva película de terror sobre una sociedad utópica con un secreto muy oscuro) muy refrescante, es que en realidad se toma el tiempo para participar en algunas ideas realmente provocadoras y subversivas, y lo que es más, estos intereses temáticos nunca vienen a expensas de las emociones. The Purge se las arregla para ser inteligente y en el panorama actual de terror, esto es mucho más raro que una posesión demoníaca o que capturar un fantasma en video.

El escenario en The Purge es ingeniosamente simple: en algún momento en un futuro no muy lejano, una sociedad utópica ha surgido. Las personas se llevan bien, en paz y hay mucha tranquilidad, con bajas tasas de pobreza y delitos, esto por un periodo anual de doce horas llamado The Purge en donde cualquier crimen está permitido. Durante este periodo, los servicios médicos de emergencia y de policía se suspenden y cualquier fechoría que te imagines, inclusive la violación y el asesinato, está permitida.

Ethan Hawke interpreta a James Sandin, un hombre que vende e instala sistemas de seguridad para hogares. Él vive en un barrio residencial de clase alta con su esposa Mary (Lena Headey) y sus dos hijos, Zoe (Adelaide Kane) y Charlie (Max Burkholder). Los vecinos tienen un cierto grado de hostilidad contenida hacia la familia, ya que parecen estar prosperando mientras que las dificultades económicas más duras han caído sobre ellos mismos. Y es que, si por una noche del año, su casa tiene que ser transformada en una fortaleza, entonces probablemente tienen una vida bastante buena. Los Sandin se están preparando para una noche segura adentro de su mansión, mientras que los estragos de The Purge se desatan fuera de sus puertas cerradas.

Por supuesto, las cosas no salen según lo planeado y cuando un extraño (Edwin Hodge) se presenta en la puerta de su casa, Charlie, sintiendo simpatía, desactiva el sistema de seguridad para que el extraño se deslice dentro. Eso en sí es un problema, pero el más grande de ellos es que un grupo de maníacos de muy buen gusto, con máscaras que son caricaturas de sus rostros, aparece buscando al extraño. El líder del grupo es interpretado por Rhys Wakefield, mirando como si acabara de descargar el nuevo álbum de Vampire Weekend y hablando con unos escalofriantes buenos modales. Él exige que los Sandin liberen al hombre o de lo contrario conseguirán entrar a la casa y matarán a todos los que están vivos, incluyendo a los niños.

The Purge es una película de terror embotellada, la cual tiene lugar exclusivamente en la casa, lo que añade un nivel inquietante de tensión para fijar piezas que hubieran perdido su impulso si hubieran tenido lugar en un entorno más amplio. El escritor/director James DeMonaco, quien escribió el remake de Assault on Precinct 13 (que también protagonizó Hawke), se las arregla para hacer preguntas morales y está dispuesto a hacer que nuestros supuestos héroes sean muy desagradables, todo ello a favor de las bases temáticas de la película. Es un paso valiente y brillante, ya que una versión más directa de esta historia se podría haber hecho con un atractivo más comercial y hubiera sido mucho menos interesante.

Sin embargo, DeMonaco nos entrega momentos importantes y hay una serie de grandes sorpresas que surgen a lo largo de los 85 minutos de la película. En todo el filme no hay ningún momento desperdiciado, lo cual es un buen camino a seguir, sobretodo con tanto producto inflado y demasiado largo de Hollywood en estos días, y Hawke logra anclar la película de una manera viable y emocional. Sin embargo, si hay una baja del tiempo de ejecución, podríamos decir que está en la caracterización. Tanto al hombre que la familia acoge y a las personas amenazando en la puerta no se les da ningún tipo de textura o matiz. Sólo se presentan, hablan un poco y se esconden o matan.



Tal vez esto se hizo para enfatizar el carácter aleatorio de The Purge, incluso si la sociedad dice ser más uniforme. Dentro de esta utopía, todavía es más claro quiénes tienen dinero y quienes no, y en esta noche en especial, todos los miembros de los estratos sociales se ven obligados a participar en un campo de juego similar. Pero, si bien puede enriquecer a la película en un nivel metafórico, en una narrativa pura esto decepciona. El hecho de que los personajes se lancen al azar juntos por el destino no quiere decir que no se merecen algún tipo de historia de fondo. Esto hubiera hecho que el último acto de la película se sintiera mucho más completo y que hubiera tenido más impacto.

No es que la falta de caracterización le quite mucho a The Purge y de hecho, la falta de detalles específicos hace que existan posibilidades para películas futuras de este mundo aparentemente interminable. Hay un par de veces cuando los personajes se refieren a "Los Nuevos Padres de la Patria" y es difícil no pensar en las otras historias que existen dentro de esta realidad. Tal vez sea debido a la gran cantidad de secuelas de Paranormal Activity y Saw que vimos en la última década, pero tal vez el aspecto más estimulante de The Purge es que podría ser el lanzamiento de la próxima gran franquicia de terror, en la que ideas subversivas son mucho más importantes que las cubetas sin fondo de sangre. 


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martes, 5 de noviembre de 2013

Crítica: Thor: The Dark World

Todos vivimos en una época post The Avengers, algo que sin duda debe dar confianza a Marvel a medida que avanza por la segunda fase de su plan maestro taquillero. Sin embargo, mientras las secuelas se acumulan, hay una elección que se tiene que tomar sobre qué camino seguir, una decisión para alcanzar el tono correcto. ¿Eliges ir por el camino grande con más explosiones, villanos y trajes metálicos como en Iron Man 3 o por el camino sombrío creado por The Dark Knight con más oscuridad, ruina y tragedia?

De manera agradable, la secuela de la película de Thor del 2011 del director Kenneth Branagh retiene el sentido de diversión de su predecesora entrelazando su historia del tipo Tolkien (con unos elfos oscuros planeando la destrucción de los nueve reinos con la ayuda de una sustancia espacial poderosa llamada Aether) y unos interludios sobrios (como un funeral masivo) con algunos elementos graciosos y una deliciosa cantidad de cameos (uno de ellos es inevitable y el otro es inesperado).

Sí, el director de Game of Thrones, Alan Taylor, añade más lodo, suciedad y cielos tristes, sobretodo cuando la acción se desenvuelve bajo las típicas lluvias del viejo Londres. Sin embargo, estos matices son tan estéticos como las prótesis utilizadas para transformar a Christopher Eccleston en el elfo líder llamado Malekith. Llamativo, sí, pero también resulta en una especie de distracción.

A pesar de que la película intenta introducir elementos de tensión, dolor y pérdida, ésta no puede alejarse del propio Thor, una deidad invencible del espacio exterior y dueño del rayo gracias a su martillo volador. Aún así, no es un personaje que se deba tomar demasiado en serio y Chris Hemsworth lo ha interpretado lo suficiente como para saber que hay un equilibrio necesario entre el heroísmo y las bromas, incluso cuando está recuperándose de una crisis y peleando al mismo tiempo contra la fuerte dictadura de su padre Odin, interpretado por Anthony Hopkins.

La verdad es que Hemsworth se siente un poco dejado de lado en esta ocasión aunque difícilmente podría ser de otro modo, ya que una vez más Tom Hiddleston vuelve a unirse a la fiesta. El británico vuelve a ofrecer las mejores líneas como Loki que, habiendo agotado el crédito de chico malo en The Avengers, ahora tiene que jugar el papel de aliado como hermano adoptivo.

Las escenas en las que los hermanos escenifican una fuga con la ayuda de los amigos de Thor o la lucha contra Malekith y sus hombres en las dunas negras de Svartalfheim tienen un brío que levanta la película de su estancamiento en el segundo acto. Es una pena que no haya la suficiente energía en el trato de Hemsworth con la astrofísica Jane Foster (Natalie Portman), cuya única función es la de ser portadora temporal del Aether y de paso regañar a Thor por no haberla visitado en mucho tiempo. 

Malekith tiene sus ojos puestos en La Convergencia, una rara alineación de los nueve reinos que le permitirá adueñarse de ellos de un solo golpe. Lo curioso es que no hay en la película cosas que estén en sintonía similar. El filme va desde espectaculares escenas de pelea y encuentros cómicos hasta reconciliaciones familiares con muy poca preocupación por la forma en que todo se suma.

El final, que involucra a Hemsworth y a Eccleston persiguiéndose el uno al otro a través de diferentes dimensiones, es un ejemplo de ello: una descarga de impresionantes efectos que es tan emocionante de ver como imposible de seguir. Pero, ¿quién se queja? Ya estamos con ganas de ver Guardians Of The Galaxy. 


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