domingo, 3 de agosto de 2014

Crítica: One Chance

A menos de que estés hecho de piedra, hay ciertas arias de Puccini que son fisiológicamente casi imposibles de escuchar sin conseguir un nudo en la garganta. En One Chance, esa arma de la ópera se implementa con la puntería experta de David Frankel, conocido por The Devil Wears Prada y Marley & Me. El director nos cuenta, de una manera emocional, la historia real de la estrella de Britain's Got Talent, Paul Potts, con una película que, a pesar de ser totalmente predecible, es del agrado de toda la audiencia.

La actuación del tenor británico Potts, Nessun dorma, en el episodio debut de Britain's Got Talent en 2007 ha sido vista más de 115 millones de veces en YouTube. Ese nivel de exposición indica que la audiencia principal de la película ya sabrá cómo le fue al vendedor de teléfonos celulares de Gales del Sur en la última etapa del concurso y más allá. Pero Frankel y el guionista Justin Zachman tienen éxito en la formación de un material atractivo de una historia con un resultado predeterminado.


Esto es una sorpresa dado el historial de Zachman con la manipuladora The Bucket List, que él escribió, y The Big Wedding, una vergüenza que él también dirigió. Su guión para One Chance presiona todos los botones obvios en la singularidad, y sin embargo, tiene suficiente corazón genuino para mantenernos enraizados con el protagonista. Se nutre de la vena del cine británico como The Full Monty y Billy Elliot, en la que los personajes, golpeados por la adversidad y la disminución de la autoestima, se elevan por encima de la realidad de sus entornos, en este caso una pequeña ciudad industrial de Gales.

Gran parte del encanto de la película proviene de la actuación de James Corden como Potts. El actor es conocido por Gavin & Stacey y por su trabajo en The History Boys y One Man, Two Guvnors. Paul es un hombre con un corazón puro, aferrado a un sueño que muere y se regenera varias veces, y Corden juega con este material, potencialmente empalagoso, con el toque de luz ideal. Intimidado desde la infancia por su gordura y su amor por el canto, Paul presenta su vida como un drama sin fin lleno de música, violencia, romance y comedia. Su novia de Internet, Julie-Ann (Alexandra Roach), le da las agallas suficientes para ir a una escuela de ópera de Venecia, pero sus nervios lo traicionan en una clase magistral con su ídolo Pavarotti, cuya devastadora evaluación extingue la luz de Paul por un tiempo.


La depresión de Paul le provoca problemas con Julie-Ann, principalmente porque los convenios de los guiones dictan que es necesario que haya algún tipo de conflicto en el camino al matrimonio. El patrón de toda la cinta es que cada paso que se da adelante es seguido por una nueva desgracia que hacen a un lado las ambiciones de canto de Paul, pero su mayor obstáculo es la falta de confianza. Frankel sabiamente no se detiene en la experiencia de Britain’s Got Talent, que se recapitula usando clips reales del panel de jueces, sino que se centra más en el camino lleno de baches que llevó a Paul a los focos de la televisión. 

Aunque algunos detalles del pasado de Potts fueron cambiados, su vida familiar antes del matrimonio revela un apoyo incondicional de su alegre madre (Julie Walters) y de su quejumbroso padre (Colm Meaney), un obrero metalúrgico. Ambos actores son divertidos a pesar de una gran cantidad de pleitos que suceden dentro de la cinta. En términos de proporcionar comedia y contexto, los roles están bien dibujados, como lo demuestra el mejor amigo y cotrabajador de Paul en la tienda de celulares, interpretado por Mackenzie Crook.


Pero la relación que es clave para el éxito de la película es la que existe entre Paul y Julie-Ann, quienes logran una interpretación cautivante, llena de humor suave. Su primera reunión cara a cara, es uno de los episodios más hermosos del filme, impecablemente interpretado por ambos actores. Junto con la selección aleatoria habitual de canciones contemporáneas, One Chance está llena de magníficos fragmentos de ópera, incluyendo las voces del verdadero Potts que Corden logra sincronizar perfectamente con sus labios.

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