martes, 24 de septiembre de 2013

Crítica: No Se Aceptan Devoluciones

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Es imposible que alguien en México, e incluso en América Latina, no conozca a Eugenio Derbez. El comediante se ha sabido ganar a la gente a lo largo de los años gracias a sus shows de televisión y en sus apariciones en diversos programas de este medio de comunicación, y ahora llega con una película en la que funge como director y actor al mismo tiempo.

Hace algunos años, Derbez comenzó a escribir un guión que lo ayudaría a lanzarse en el mercado estadounidense del cine. Fueron doce años de trabajo, pero después de muchas altas y bajas para sacar adelante su proyecto, finalmente su película ya se encuentra en las salas de todo nuestro país y el resultado es un éxito que muchos no esperaban.

No se Aceptan Devoluciones es la historia de Valentin, un mujeriego de Acapulco que le tiene miedo al compromiso y que usa la misma técnica con todas sus damas para conquistarlas al decirles que las ama porque son diferentes. Ése es su estilo, pero veinte meses después, una mujer estadounidense de nombre Julie llega a su puerta con una caja de sorpresas. 

Ella le recuerda a nuestro protagonista que hace un año y medio fue su "eterno amor", mientras en sus brazos sostiene a una recién nacida que, según Julie, es hija de Valentín. Minutos más tarde, ella escapa de la escena dejándole encargada la bebé a Valentín mientras supuestamente va a pagar el taxi.

El nombre de la niña es Maggie, y lo quiera o no, Valentín ha pasado de convertirse de un conquistador a un padre. Sin embargo, meses después, decide ir a buscar a la madre de Maggie, cuyo único rastro que tiene de ella es una foto en donde se ve que se encuentra en un hotel de Los Ángeles, por lo que decide ir hasta allá, aunque sea de mojado, ya que como era de suponerse, no tiene Visa para saltar legalmente la frontera.

Después de una serie de eventos un poco desafortunados, Valentín y Maggie llegan al hotel donde supuestamente se encontraba trabajando Julie, pero en su búsqueda, la bebé logra gatear hasta la alberca, por lo que, Valentín, observando dicha escena desde el último piso del hotel, decide saltar para rescatarla. Gracias a esta hazaña, logra convertirse en doble de cine, lo que le permite darle una buena vida a Maggie en años posteriores. 

Lo que hace a la película divertida es ver cómo la relación entre padre e hija se desarrolla frente a nuestros ojos. Con sus modos mujeriegos de tratar la vida, Valentín toma la responsabilidad de ser un buen padre y usa su paga como doble de cine como un medio para educar a su hija a quien ha llegado a amar más de lo que jamás podría haberse imaginado.

El humor en general es suave y bastante digerible. De hecho, a lo largo de toda la cinta hay muchísimas referencias de los personajes que hicieron famoso a Derbez en sus programas de televisión, lo cual trae un poco de nostalgia para todos los que lo han seguido a través de los años. Aún así, hay otras ocasiones en donde el humor es un poco más ingenioso. Por ejemplo, Valentín escribe con su propia mano, una serie de cartas a su hija pretendiendo que es su madre y en donde justifica su ausencia con excusas como que está liberando a Willy, encontrando a Nemo e incluso salvado al soldado Ryan.

En general, Derbez se siente como un actor cómico sumamente agradable que infunde un sentido natural de la alegría, sobretodo en los momentos que comparte escena con la joven Loreto Peralta, quien, a la edad de siete años, podría pasar como la hermana menor de Kristen Bell. La historia es obvia y convencional, con algunas pequeñas sorpresas aquí y allá (el final te dejará con un nudo en la garganta), pero es innegablemente divertido ver cómo es que padre e hija crecen juntos. 


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