martes, 8 de octubre de 2013

Crítica: Jobs

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La nueva película biográfica, Jobs, es una sólida, informativa, entretenida y breve historia de Apple desde los ojos de su genio cofundador. En ella experimentamos treinta años de vida y los tiempos volubles de Steve Jobs, con un montón de sabores de triunfo junto con algunos toques de castigo.

Arrogante, egoísta, obsesivo, idealista, perfeccionista y quien le dio la vuelta a sus amigos, adversarios, compañeros y amantes con un pensamiento único que se ajusta a su tambaleante marcha, la película sobre Jobs sólo tiene tiempo para hacer alusión a lo que hizo el hombre, tocando brevemente sus grandes éxitos y deficiencias.

Es superficial, pero eso hace juego con la estrella de la película, Ashton Kutcher. Su reputación como un peso ligero no le repercute mucho aquí, pero la personificación, empezando con esa famosa forma de caminar, las explosiones de temperamento y el escupir e insultar a las decepciones de Steve Jobs son muy acertadas.

La película se enmarca dentro de la joya de la corona de Jobs y el retorno a la competencia de Apple con la llegada del iPod en el 2001, un dispositivo portátil de música que fue tan "revolucionario" como todos los productos que Jobs impulsó. Sin embargo, el inicio de la película nos lleva a la época en donde el creativo era conocido por ser un hippie que no sabía qué hacer con su vida y que después le interesa entrar en un mercado de algo que aún no existe. 

El director Joshua Michael Stern trabajó con un guión escrito por Matt Whitely y captura el arco triste de la historia de amor entre Jobs y el prodigio de la tecnología y la soldadura Steve Wozniak, un nerd con muchos intereses que inventó la computadora personal y que se dedicó al comercio junto con su amigo no sólo por el desafío, el dinero y la aventura, sino para tener la oportunidad de pasar el rato con el chico más genial que jamás conoció.

Jobs detallas las extrañas dietas, los autos rápidos y la Bob Dylan-mania de su héroe, pero en realidad nunca escarba bajo la piel de su etapa en el orfanato y de su deseo de aceptación. Entendemos su pasión por el diseño, pero sus momentos más emocionantes como darse cuenta de que los reproductores de CD portátiles son basura y la revelación del comercial para TV de la Macintosh en 1984, realmente se sienten muy insípidos.

La película también toca el tema pero no profundiza en la hija rechazada de Jobs por la mayor parte de su vida. Sí, nombra al proyecto problemático Lisa por ella, pero sólo maduró lo suficiente como para aceptarla mucho más tarde en su vida. Y la historia en la cinta termina justo antes de su último gran acto de obstinación, donde dependió de una dieta y de medicina alternativa inefectiva para luchar contra un cáncer perfectamente tratable.

Al final, Jobs se convierte en una película decente pero apresurada y de hecho hubiéramos preferido que el equipo de producción hubiera enfocado mejor sus esfuerzos en crear una miniserie de televisión sobre la vida de este personaje. Lo más probable es que los fans de Apple prefieran esperar a la película de Steve Jobs que está escribiendo Aaron Sorkin y que estará basada en la biografía oficial de Walter Isaacson. 


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