lunes, 12 de agosto de 2013

Crítica: The Wolverine

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Justo cuando una fatiga de películas basadas en cómics parecía llegar, arriba The Wolverine para revivir un verano moribundo de superhéroes. No había razón para esperar mucho de esta nueva cinta basada en el mutante Logan interpretado por Hugh Jackman. Su anterior película en solitario llamada X-Men Origins: Wolverine fue caricaturesca en muchas formas y la producción de esta secuela se detuvo por más de un año después de pasar por varios directores. James Mangold (Walk The Line) finalmente pudo terminarla, pero su intento anterior de una película de acción, Knight And Day, hizo que se transformara en una curiosa opción para hacerse cargo de uno de los personajes más icónicos de Marvel.

Pero al final resultó que Mangold fue la opción perfecta, ya que The Wolverine, la cual está inspirada en la historia del cómic escrito por Chris Claremont y dibujado por Frank Miller, es mucho más que una pieza de personaje de lo usual del género. La historia se lleva a cabo después del final de la película del 2006, X-Men: The Last Stand, en donde el héroe se tuvo a ver forzado a matar a su querida Jean Grey para poder salvar al mundo. Los X-Men se han disuelto y Wolverine se ha retirado al bosque para llorar su pérdida. Después, una serie de eventos lo hacen ir a Japón para enfrentar cara a cara su pasado durante la bomba atómica de Nagasaki.

El extraño entorno hace sobresalir inmediatamente a Wolverine de todos los demás cuadros de cómic, poniendo al protagonista en medio de una lucha compleja de poder entre tres generaciones de una familia muy bien acomodada. Existen barreras culturales que Logan debe aprender para poder navegar, y hay costumbres y rituales que van directamente en contra de sus instintos animales salvajes. Ninjas, samurais y yakuzas son parte de la mezcla, junto con una rubia misteriosa (Svetlana Khodchenkova) que pueden ser del tipo mutante encubierta.



La película tiene varias escenas grandes, incluyendo una lucha prolongada sobre un tren bala que va a toda velocidad a 300 millas por hora, la cual es furiosamente emocionante, y otra confrontación contra los enemigos armados con arcos y flechas que fuertemente evocan a Akira Kurosawa. El panorama obliga a nuestro héroe a aprender nuevas formas de defenderse y aumenta las apuestas cuando le roban su capacidad de curarse a sí mismo, dejándolo más vulnerable que nunca.

La acción en The Wolverine está muy bien coreografiada y el guión, el cual fue coescrito por Scott Frank (Out of Sight, Get Shorty) ha sido cuidadosamente diseñado para involucrarnos en un nivel puro de narrativa, algo con lo que este género de películas con frecuencia se desentiende. Hay una gran cantidad de personajes que rodean a Logan cuyas verdaderas intenciones se revelan poco a poco, como la pelirroja Yukio, que se parece a un personaje viviente animado y se ofrece a servir como su guardaespaldas, o la suicida Mariko, quien es oprimida por su padre abusivo y está siendo obligada a casarse con un político, y su ex novio Harada, quien ha jurado proteger la vida de Mariko, incluso si a él no le está permitido tener mucho contacto con ella.

En la mayoría de las películas de superhéroes, este tipo de cosas a menudo funcionan como relleno para pasar el tiempo entre ráfagas de efectos especiales. Pero en The Wolverine, los creadores se tomaron el tiempo para que pudiéramos involucrarnos con estos personajes, lo que hace que las escenas de acción sean aún más emocionantes. A pesar de que la película mantiene algunos complejos cinematográficos de clichés de cómics para el gran clímax, The Wolverine se siente como un refrescante cambio de ritmo. Incluso la escena a mitad de los créditos se siente fantástica, cuando la audiencia (sobretodo los fanáticos) se para a aplaudir.


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